
La primera vez que recibí mi manuscrito corregido por un profesional pensé en dejar de escribir, que yo no valía para esto de la literatura.
Durante los dos años que pasé escribiendo mi primera novela creí haber sido minucioso. Había escrito y reescrito el texto decenas de veces, por lo que no podía creer que aquel borrador iba a venir con tantísimas anotaciones y correcciones.
Pude conocer muletillas de las que no tenía idea que tuviera. También conocí conceptos que no había tenido en cuenta, porque no sabía ni que existían, y un sinfín de correcciones que hicieron que me replanteara mi incursión en el mundo de la literatura.
Recuerdo que llamé a mi correctora y le dije que pensaba autopublicarme, que iba a gastarme un dinero curioso y que si consideraba que aquello no valía, que fuese sincera. Ella me animó diciéndome que la historia le había parecido muy original, que no me desanimara y que solo había que pulir aquello, que lo más importante ya lo teníamos.
Decidí confiar en sus palabras y trabajé con más ganas que nunca para sacar mi primera novela, El asesino de comparsistas, adelante.
De aquella primera corrección, y las próximas que vinieron, he podido aprender cosas que nunca hubiera conocido de otra forma. Todo lo que aprendí lo tengo en cuenta a la hora de escribir y, creo, que he mejorado sustancialmente la calidad de mi escritura.
Para mí, mi corrector fue la persona que me guio y me orientó para convertir mi historia en un libro. No fue hasta entonces que no supe el verdadero valor que tiene una corrección y, a día de hoy, ni se me pasa por la cabeza publicar nada que no haya sido revisado antes por un profesional.
Es por todo esto que siempre recomiendo a cualquier escritor novel que contrate los servicios de un corrector profesional.
No vale que te lo corrija tu madre, tu primo o tu cuñado, si ninguno de ellos es un corrector que se dedique a esto. ¿O acaso te dejarías operar de corazón por un mecánico?
El ojo del corrector está entrenado para cazar las erratas. No es solo cuestión de ortografía, existe un mundo lingüístico muy amplio y todos cometemos errores que ni sabemos que lo son.
Ya sea para autoeditar o para enviar un manuscrito a una editorial, es algo esencial que vaya corregido en condiciones, puesto que será un valor añadido a nuestra obra que el lector y/o editor agradecerá mucho más de lo que puedas imaginar.
Fernando Macías Grosso
Maestro de Educación Primaria, escritor y director de contenidos de Licreatura. Fernando es un gran apasionado de la lectura y la escritura creativa. Sus novelas de intriga policíaca «El asesino de comparsistas» y «El asesino de comparsistas 2: Tras la máscara» han conseguido un enorme éxito.