Esta entrañable rememoración de la infancia narra los primeros años de Francisca -Paquita- en la España de los años 60 y 70. En un entorno marcado por la pobreza y la adversidad, una pequeña niña describe sus primeros pasos en la vida, recreando los sentimientos que la unían a sus padres, maestros y amigos. Paquita fue la menor de cuatro hermanas y su madre murió poco después que ella nació. El padre, agobiado por la pobreza, se marchó a Alemania en busca de trabajo. También estaba desilusionado por no haber sido capaz de engendrar un hijo.
Las hermanas mayores de Paquita, de siete y cuatro años, son enviadas a un colegio para huérfanos. Las niñas menores son adoptadas por la hermana de su padre y su marido, quienes llegan a convertirse en padres responsables y cariñosos. Un recuerdo particularmente feliz corresponde a los veranos que la niña disfruta en la playa, junto a otras familias. Más tarde, Paquita vive su adolescencia en Huelva, en un predio forestal donde su padre adoptivo se desempeña como Encargado Forestal.
Las vivencias escolares no le resultan gratas, al menos al comienzo. A esto contribuyen los continuos cambios de escuela debido al trabajo itinerante de su padre. Con todo, una profesora reconoce en ella un talento especial e insiste en obligarla a repetir un curso para reforzar las carencias de su irregular formación.
Este relato, que logra una gran cercanía emocional con el lector, se detiene cuando Paquita recuerda a sus padres adoptivos. Y nos anuncia que, en una próxima entrega, compartirá con nosotros los episodios de su vida adulta. Porque «todos tenemos experiencias y sentimientos como los que aquí cuento». Así, coincidiendo con Borges, podríamos decir que, en cierta forma, la historia de todos los hombres se cumple en la vida de cada persona.
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